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lunes, 8 de octubre de 2012

Los abortos ilegales en Bolivia

Un aborto riesgoso vale hasta Bs 1.000 en la clandestinidad

07 de Octubre de 2012


Ruy G. D’Alencar Delgado 

A ella la llamaremos Adriana. El dolor le corta las entrañas y está con miedo. Tiene 16 años y se está desangrando adentro del auto del pastor que la viola desde que era chica y que hoy día la trajo obligada hasta esta ‘farmacia’ de la calle 6 de Agosto, en pleno corazón de Los Pozos, para que una enfermera la haga abortar con una inyección de Bs 300. Adriana estaba embarazada y no podía contarle a nadie porque Vicente V. F., su agresor, la amenazó. 

Lo que Adriana no sabía es que el líder de su iglesia de Virgen de Luján también abusaba a su hermana Ingrid (nombre ficticio) de 15 años y que la había obligado a abortar en este consultorio y en otro ubicado en la Pampa de la Isla y sexto anillo. De eso han pasado dos años y Doña Teodora, madre de Adriana e Ingrid, ahora está ahogada en llanto contando lo ocurrido, mortificándose por la culpa de no haber advertido el daño a tiempo y por las secuelas que quedaron en los cuerpos de sus hijas.

Teodora cuenta esto luego de un juicio que dictó sentencia de 20 años en contra del agresor, aunque éste sigue libre. Y la farmacia de Los Pozos y el consultorio de la Pampa de la Isla, de acuerdo con Teodora, siguen allí, intactos, pese a que la investigación de la Fiscalía detalla los hechos. “La falta de justicia es lo que más me duele”, solloza Teodora.
En la era de la penalización del aborto en Bolivia, cuando el debate vuelve a enfrentar distintas creencias, un par de testimonios dan fe de que la interrupción de embarazos es una realidad y que al menos tres sitios clandestinos en la ciudad lucran con este ‘servicio’, donde se cobra desde Bs 300 hasta Bs 1.000 por el procedimiento, dependiendo del tiempo de gestación; donde no hay garantías de salud y de derechos para las mujeres.

En Bolivia, cada año mueren 600 mujeres en estado de gestación y de ese total el 9% perece por abortos inseguros, según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa). La cifra revela la letalidad de las malas praxis en la interrupción de embarazos en la clandestinidad, donde hay poco apoyo para las mujeres que afrontan este tema bajo presiones y rechazo.

De hecho, el aborto casero provocado con medicamentos ahora es más común, según datos de la maternidad Percy Boland. Sin embargo, aún existen personas dedicadas a esta actividad al margen de una regulación y de las condiciones mínimas de salud.

Según técnicos de la Casa de la Mujer y del personal de la Unidad de Víctimas Especiales de la Fiscalía, uno de estos sitios es el de Los Pozos y calle 6 de Agosto. El segundo se ubica sobre la carretera a Cotoca, a la altura del sexto anillo y tiene la fachada de consultorio. El tercer recinto clandestino es señalado en medio del mercado La Ramada, en la avenida Grigotá, entre primer y segundo anillo. Las denuncias registradas apuntan a esos sitios.

Los casos de Adriana e Ingrid son una muestra. Raúl Hevia, oficial mayor de Desarrollo Humano y exdirector de la maternidad, asegura que en Santa Cruz hubo cinco médicos que se hicieron ricos practicando abortos clandestinos, pero que, en estos días, la interrupción química de embarazos tiene mayor difusión.

Hevia habla de doble moral y de necedad para cuestionar el porqué no se regula este tipo de procedimientos que, penalizados o no, son una realidad. Solo que ahora que no tienen la vigilancia del Estado, se convierten en negocio de especuladores de la salud.

Blanca tiene dos hijas jóvenes. Lorena (19), la mayor, ha abortado más de una vez en el centro médico de la Pampa de la Isla y sexto anillo porque su padre, que la abusaba desde niña, la llevó hasta allí varias veces con historias falsas para el médico del lugar.

“Él abusó de mis dos hijas y puso en peligro a mi hija mayor haciéndola abortar en un lugar riesgoso”, cuenta Blanca, triste. Ella descubrió el problema hace pocos meses y ha inicido una querella.

Leslie Cedeño, abogada penalista, explica que el Código Penal boliviano autoriza el aborto en casos de violación o cuando se pone en riesgo la vida de la madre. Sin embargo, para la aplicación, Cedeño cuenta que jueces y fiscales no siempre actúan con la celeridad necesaria para autorizar el procedimiento, de modo que en ocasiones el embrión supera las 12 semanas de gestación y el aborto se convierte en una opción de alto riesgo para las mujeres, aunque no tengan las condiciones para tener el hijo.

En La Ramada, se visitó el lugar señalado por las denuncias y, en el primer momento, los funcionarios del recinto negaron ofrecer el servicio. Sin embargo, luego indicaron que si el aborto ya estaba en curso, se podía realizar un legrado (raspado) por Bs 900.

Pese a la penalización, la oferta de ‘soluciones’ para mujeres embarazadas se campea en los muros de la ciudad. Así lo corroboró EL DEBER en algunas calles de la Villa Primero de Mayo, a unos pasos de su plaza principal. Ahí se encontró afiches que ofrecen ‘ayuda’ y que dan un número telefónico, ahora fuera de servicio, pero que sirvió para contactar a un médico, dicen los vecinos.

Hoy, explica Hevia, lo más común es recibir a mujeres que presentan sangrado y que tienen introducidas en la vagina un tipo de pastillas indicadas para tratamiento de úlceras gástricas. El medicamento no supera el costo de Bs 6 por unidad y su venta en farmacias no es controlada. Así se pudo verificar en tres lugares diferentes.
Una vez provocada la interrupción, sin mayor información, muchas mujeres terminan el aborto en los hospitales públicos, bajo la cobertura del SUMI. Entre 14 y 18 abortos diarios se atienden en la maternidad y entre 5 y 6 en el hospital Japonés. No obstante, siguen llegando a la Casa de la Mujer y a la Fiscalía denuncias de ‘farmacias’, y ‘laboratorios’ que ofrecen este procedimiento por mucho más dinero.

Teodora cuenta que hace pocos meses volvió con su hija al lugar de Los Pozos donde abortó. La farmacia seguía abierta y Adriana reconoció a la enfermera que la atendió años atrás, antes de que se desangrara y tuviese que ser llevada de urgencia a un hospital. “Pregunté a la enfermera por el servicio y me dijo que se podía hacer y que si el embarazo había pasado las 12 semanas, podía costar hasta Bs 1.000”, dice Teodora y llora desconsolada.

Las cifras 

4 Mil abortos o más son los que recibe la maternidad Percy Boland cada año, según datos de la Oficialía de Desarrollo Humano.

47.000
Mujeres mueren al año en el mundo -según el inst. Guttmacher- por complicaciones en abortos.

222
Millones de mujeres buscan evitar embarazos en los países en vías de desarrollo.

Código penal 

- Art. 266. Cuando el aborto hubiere sido consecuencia de un delito de violación, rapto no seguido de matrimonio, estupro o incesto, no se aplicará sanción alguna, siempre que la acción penal hubiere sido iniciada. Tampoco será punible si el aborto hubiere sido practicado con el fin de evitar un peligro para la vida o la salud de la madre y si este peligro no podía ser evitado por otros medios. En ambos casos, el aborto deberá ser practicado por un médico, con el consentimiento de la mujer y autorización judicial en su caso.

- Art. 267. El que mediante violencia diere lugar al aborto sin intención de causarlo, pero siéndole notorio el embarazo o constándole éste, será sancionado con reclusión de tres meses a tres años.

El 95% de las interrupciones de Santa Cruz es inducida
De un promedio de 4.000 a 6.000 abortos que recibe cada año la Maternidad Percy Boland, el 95% de los casos corresponde a procedimientos inducidos, reporta el oficial mayor de Desarrollo Humano, Raúl Hevia, hecho que califica como una ‘barbaridad’ dado que, en su criterio, las interrupciones son casos extremos que se prodrían evitar con una política adecuada de planificación familiar.
De acuerdo a proyecciones del municipio cruceño, por cada mujer que llega hasta el sistema de salud pública de la ciudad con un aborto en curso, hay otras nueve que no lo hacen. Por tanto, no figuran en las estadísticas. Lo que hace prever que en la ciudad suceden un total de 45.000 interrupciones.

Mientras algunas organizaciones políticas y religiosas se oponen a la despenalización del aborto, pregonando la defensa de la vida, las cifras reflejan que esta práctica es una realidad que crece con la penalización y la clandestinidad, generando una crisis en el sistema de salud.

“La nuestra es una sociedad muy hipócrita”, opina Hevia, que propone que las leyes garanticen el derecho de las mujeres sobre sus cuerpos. Miriam Suárez, directora de la Casa de la Mujer, va más allá: “La demanda de regulación del aborto tiene que ver con la autonomía de la mujer sobre su cuerpo”.
De acuerdo a información del instituto alemán Guttmacher de investigación sobre asuntos de género, la tasa de abortos es mucho mayor en regiones donde este procedimiento está penalizado y se restringe la información sobre el tema que en regiones donde se despenalizaron las interrupciones de embarazos no deseados y existen mecanismos de planificación familiar.
Por ejemplo, América Latina, que presenta una mayoría amplia de países que prohíben el procedimiento, tiene una tasa de 32 abortos por cada 1.000 mujeres embarazadas. En cambio, en Europa occidental, donde está despenalizado, la tasa de interruciones es de 12 por cada 1.000 mujeres encinta.

Crueldad y doble moral

Guadalupe Pérez | Investigadora

El aborto es un tema que no debe seguir postergándose por la doble moral. No se trata de ponernos a favor o en contra del aborto. Se trata de reconocer que las mujeres abortan y que este es un tema de salud pública que cobra vidas de mujeres cada año, y que requiere de regulaciones y de políticas que permitan prevenirlo y garantizar que cuando este se practique no se vulnere la dignidad de las mujeres. Cuando vemos las cifras de abortos incompletos que llegan a los hospitales, sabemos que muchas de estas mujeres fueron presionadas. Sin embargo, la clandestinidad y la criminalización no les permite rebelarse contra los que les obligan a tomar estas decisiones, sean los padres o las parejas. La despenalización del aborto está asociada a regular 
los mecanismos del sector de la salud y los derechos de las personas. Atomizar el debate poniéndonos en posiciones a favor o en contra en dos bandos (unos ‘buenos’ y otras las ‘malas’) no ayuda a atender el problema que existe.

Testimonios 

Laura U.
Madre y empleada doméstica
“Hace cinco años que vivo en Santa Cruz. Mi familia es guaraya. Soy empleada doméstica y mamá de dos niñas. Tengo 23 y vivo con mi concubino. Tenía tres semanas de atraso en mi periodo menstrual. Cuando comprobé que estaba embarazada me sentí atormentada, no tengo quién cuide de mis hijas, vivo en casa de una tía y ahí están sus hijas y sus nietos. Gano Bs 400 y no me alcanza. Las tabletas las consiguió mi prima. Mi pareja ni se molestó en preguntarme. Tomé cuatro juntas y me coloqué dos adentro (de la vagina). Esperé y me empezaron los dolores en el vientre y sangré hasta llegar al hospital”.

Adela T.
Madre adolescente
“Creo que tenía cinco semanas de embarazo cuando me di cuenta. Tenía miedo usar la inyección anticonceptiva. Tengo 16 años. Mi pareja es un hombre muy violento, me pega a mí y a nuestro hijo, así que decidí que no le avisaría del embarazo y así me separé de él más fácil. Él hasta ahora no sabe y mejor que así sea, si no va a querer volver y es muy violento. Escogí las píldoras porque mi amiga me aconsejó. En el hospital me recibieron bien, pero luego me maltrataron cuando se enteraron que usé las píldoras. Tomé dos y me introduje dos. Me dolió mucho, pensé que iba a morir desangrada”.

Graciela O.
Profesora y madre soltera
“Tengo 36 años. Soy profesora y vengo de los valles cruceños. Tengo un hijo de 16 y otro de 14. Antes me hice un aborto, pero me lo hice en una clínica y sólo volví para que me pusieran una ‘t’ de cobre. Pero me la saqué y por eso me volví a embarazar. Decidí tomar las pastillitas porque no puedo tener otro hijo sola y como vi que a mi pareja no le interesaba. Tenía 12 semanas cuando tomé la decisión de abortar. Estuve sola en todo. Mi pareja me dio el dinero para las pastillas, pero no me apoyó más. Vine sola al hospital por el dolor que sufrí y el sangrado. Tuve muchísimo miedo”.

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