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miércoles, 17 de octubre de 2012

Pestes y hambres

Hay dos millones de desnutridos en Bolivia


Unas 868 millones de personas padecen hambre por la extrema pobreza. En América Latina, 49 millones sufre esta carencia. FAO pide mayor acción de los Estados 


Carlos Morales y agencias

Unas 49 millones de personas duermen cada noche con hambre, es decir, el 8,5% de la población de la región vive en la extrema pobreza con un ingreso menor a un dólar por día. 

Aunque la situación ha mejorado en los últimos 10 años, los bolivianos que enfrentan el hambre suman 2 millones de personas, un 24% de la población, alertó el Fondo de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). 

Según cifras oficiales, la pobreza moderada en Bolivia se redujo del 66,4% al 48,5% y la extrema pobreza, del 45,2% al 24,3% entre 2000 y 2011. Es decir, hubo una reducción de 20,9 puntos porcentuales.

Las personas que sufren la extrema pobreza tienen un ingreso menor a 1 dólar (7 bolivianos) diario para cubrir una canasta básica de alimentos que está en un promedio de 1,5 dólares (aproximadamente 11 bolivianos).

A escala mundial, 868 personas sufren hambre, una de cada ocho personas del orbe, un 14,9% de la población, por lo que el organismo demandó políticas más agresivas para mantener la tendencia de disminución del hambre que en los últimos 20 años permitió que 132 millones de personas superen el problema.

La FAO considera que todavía es posible alcanzar la meta de los Objetivos del Milenio en 2015, fecha en la que se espera bajar el porcentaje de personas con hambre al 11,6%.

El director general de la FAO, José Graziano da Silva, con motivo del Día Mundial de la Alimentación, aseguró en Roma (sede de la organización) que es posible reducir a la mitad el número de hambrientos en el mundo para 2015.

"Si los países intensifican sus esfuerzos contra el hambre, el objetivo de Desarrollo del Milenio de reducir a la mitad la proporción de personas que padecen hambre para el año 2015 puede todavía alcanzarse", ha dicho el brasileño en la inauguración del Comité de Seguridad Alimentaria mundial (CSA), en el que participarán una veintena de ministros.

Graziano da Silva admitió que se han conseguido importantes avances al lograr reducir en 132 millones el número de personas hambrientas desde 1990, pero ha recordado también que el proceso de reducción del hambre está estancado desde 2007.

El secretario general de la Organización de la ONU, Ban Ki-moon, transmitió a los participantes en la reunión realizada en Roma (Italia) que "están en el centro del próximo gran paso adelante: la eliminación del hambre en el curso de nuestras vidas". 

Ban Ki-moon ha dicho que el desafío ‘hambre cero’ tiene cinco objetivos: proveer a cada persona de alimentos suficientes durante todo el año; poner fin a la desnutrición de las embarazadas y los niños; hacer que los sistemas alimentarios sean sostenibles; apoyar a los pequeños campesinos (especialmente a las mujeres); y evitar las pérdidas de alimentos tras la producción y promover un consumo responsable. 


Se debe focalizar en mujeres

Natasha Loayza | Representante de ONU-Mujer 

El informe de la FAO resalta que la problemática de la extrema pobreza también tiene que ver con la realidad del área rural. En Bolivia, el tema es absolutamente dramático, porque las brechas sociales son enormes entre la ciudad y el campo, que es donde hay más hambre y más pobreza. Paradójicamente, el área rural es, además, el ámbito donde se producen los alimentos. Hay que señalar que la producción en el mundo rural está en manos de las mujeres por la migración de los varones. 

Son las mujeres las que se quedan en el área rural en condiciones de extrema pobreza. Esto las hace muy vulnerables frente a este flagelo. 

El cuadro se agrava por las brechas enormes que hay entre hombres y mujeres en su acceso a la tierra, lo que dificulta la posibilidad de salir de la pobreza. Además, las mujeres no solo están a cargo de la producción agrícola, sino también del cuidado de los hijos y de los ancianos, lo que hace más complicada su situación.

Por eso, creo que los Estados tienen que focalizar su inversión social en las mujeres y en los pueblos indígenas, que son los más vulnerables frente a este fenómeno. En Bolivia se está haciendo mucho, pero estas acciones son absolutamente insuficientes para superar este problema. Hay que hacer mucho más.

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